El término “integrismo islámico” ( y todas sus variantes ) se ha extendido de tal forma por el mundo que poca gente no lo habrá oído y muchos lo reconocen y lo asocian con terrorismo árabe, cuando no siempre es así. Pero, ¿qué ocurre con el integrismo occidental?
En la actual campaña electoral norteamericana, todos los candidatos, hasta los más liberales ( los demócratas ), emplean la religión como mensaje electoral para sus votantes : Hillary Clinton ha fichado como “consultor evangélico” al reverendo Burns Stider para apoyarla en su campaña, Barak Obama afirma que “Dios está con nosotros y quiere que hagamos lo correcto” y asegura que su fe religiosa juega un papel fundamental en todos los aspectos de su vida; por no hablar de los candidatos republicanos, a los que se les da por supuesto su profundo anclaje religioso ( Mike Huckabee fue pastor predicador antes de iniciarse en la política ). En Estados Unidos, más que candidato hay que ser predicador religioso.
Un norteamericano que afirmara ( o sobre el que se sospechara ) que no cree en Dios y/o que defiende un gobierno laico alejado del nombre de Dios, NUNCA podría ser ni siquiera candidato a la presidencia de los Estados Unidos, teniendo en cuenta que, según leo, en una encuesta reciente se concluye que el 40% de los americanos se declaran cristianos integristas. En esta situación cualquier político que pretenda prosperar en ese país no puede no tener en cuenta el mensaje religioso. Esta población puritana ( que se escandaliza por ver a una madre darle de mamar a su hijo en público o porque durante unos segundos la cantante Janet Jackson muestre un pezón en televisión, pero que, sin embargo, graba orgullosa en su videocámara cómo sus retoños de pocos años cogen un fusil y disparan por primera vez a enemigos imaginarios ) es la que va a otorgar buena parte de los votos que necesita cualquier aspirante a político.
Un ejemplo manifiesto de la enorme influencia que tiene la religión en el gobierno de este país se tiene en la creciente corriente conservadora que pretende implantar la doctrina creacionista en las escuelas negando las evidencias científicas de la teoría de la evolución y apoyando la idea de que el universo fue creado en 7 días tal y como “científicamente” afirma la Biblia. Esta corriente de apoyo al creacionismo ( o la teoría del “Diseño inteligente” como con corrección política la denominan también ) tiene fuerte peso actualmente en muchos estados de USA, con apoyo legal, hasta el punto de estar prohibido enseñar la teoría de la evolución en las escuelas ( recordemos que hace unos siglos también estaba prohibido enseñar que la Tierra giraba alrededor del Sol ). (Por cierto, que este fenómeno amenaza con llegar a Europa ). Lo realmente sorprendente para mi no es que nieguen la teoría de la evolución ( que, al fin y al cabo, es una teoría y no demostrada en su totalidad ), sino que nieguen de forma dogmática métodos científicos como la datación por carbono-14 y otros. (Los mismos que están negando el cambio climático. ¿Por qué el pensamiento conservador se opone siempre al progreso y al cambio? Qué acertado llamarles “conservadores”).
¡¡¡Si hasta la moneda norteamericana lleva inscrito el lema “In God we trust”!!!
Por tanto, en Estados Unidos y en otras democracias occidentales, la religión y Dios ocupan un escaño en el parlamento y también un puesto de confianza en el gobierno. Sin embargo, y es mi opinión, la religión no debe ir más allá de una experiencia individual ( o colectiva pero sin protagonismo político ) y no puede tomar las riendas de un país.
Ya fue así en el pasado durante mucho tiempo, cuando “en el nombre de Dios” se derramó muchísima sangre, tuvieron lugar muchas guerras y se cometieron cuantiosas injusticias. Y sigue siendo así actualmente. Y lo peor de todo es que muchas veces como trasfondo de todo ello se manifiesta una patente hipocresía social, pues la palabra “dios” maquilla otras verdaderas intenciones y motivos : petróleo, coltan, maquinaria de guerra para sanear la economía de un país, contratos millonarios para reconstruir un país destruido, apropiación indebida de recursos y riquezas del país al que “en nombre de Dios” se declara la guerra y se invade, etc...
De hecho para buena parte del gobierno norteamericano actual, la guerra de Irak es una guerra santa, considerando que fe y patria son inseparables para ellos ( y hasta en Abu Ghraib se tortura “en el nombre de Dios”), generando con todo esto un escenario maniqueo en el que nos quieren involucrar al resto de los occidentales, donde están los buenos buenísmos y los malos malísimos y donde además hay que elegir en qué bando nos queremos situar.
Hoy por hoy, en España nos encontramos lejos de tener que hacer frente a estas líneas de pensamiento ( no por falta de ganas de algunos que a diario lo intentan proclamando sandeces o convocando manifestaciones insidiosas y envenenadas ), gracias fundamentalmente a nuestra idiosincrasia. Un político que ofreciera discursos similares a los que ofrecen los políticos norteamericanos terminaría fundando una asociación friki o como colaborador-agitador en alguna cadena local de televisión ( ya hay alguna muy “popular” en la que encajaría perfectamente ) o en alguna emisora de radio ( que también, de este tipo, haberlas, haylas ).
Pero, claro, igual sólo es cuestión de tiempo.
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