miércoles, 5 de noviembre de 2008

Un negro en la Casa Blanca


Habrá que pintarla (o no), porque no deja de ser una tierna ironía (o como poco un juego de palabras) que un negro vaya a habitar la casa que es calificada como blanca (y que lo es).

¡Enhorabuena, Estados Unidos! Por haber roto con el pasado racista, porque esta victoria supone un punto de inflexión en la historia socioantropológica de los USA. El efecto Bradley no ha tenido efecto y la lucha que de alguna forma inició Rosa Parks ha triunfado.

Pensar que en EEUU hasta 1965 (apenas hace 40 años) los negros no tuvieron el derecho al voto suena anacrónico y paradójico, en un país que se supone que es la “tierra de la libertad” y la mayor “democracia” del mundo (pero claro, sólo se supone, porque la realidad es que es la tierra de la desigualdad y una democracia bastante débil y manipulable bajo las oscuras sombras del verdadero poder). La victoria ha sido tan aplastante que cualquier maniobra dudosa para manipular los resultados ha sido imposible (recordemos que el señor Bush hijo llegó a la Casa Blanca tras una sentencia de los tribunales que le dieron la razón, pero que no consiguió eliminar las sombras de duda sobre qué pasó en Florida, y que cuando se inició un recuento manual de votos Al Gore comenzó a subir puestos y los propios jueces –extremadamente conservadores, cómo no- tuvieron que paralizar el recuento y dictar sentencia para evitar que se mostrara una realidad que había sido manipulada). Maniobras como tratar de impedir que voten las poblaciones marginadas y las minorías, o como que curiosamente las máquinas de voto que más se averían se sitúan en las zonas de voto demócrata.

Y no deja de haber una dulce justicia con tintes de venganza (Némesis se manifiesta) en el hecho de que sangre de la Kenia más negra, sangre africana en definitiva, se siente en el “trono” del país que siglos atrás se dedicó a secuestrar y esclavizar a la población negra para llevársela a ese país que a partir de hoy va a ser dirigido por un descendiente de esclavos.

Sorprende también leer las opiniones de las caras bonitas del PP, que parece que ahora todo el PP se ha pintado de negro, porque ahora todos (bueno, vale, no todos, pero sí muchos de ellos) dicen que apoyaban a Obama, renunciando a los apoyos que se dieron al candidato “patata frita” (McCain) en su momento. Hasta Fraga se alegra de que un negro haya ganado (“y además, yo empecé antes que él”, refiriéndose a representar la opción de centro reformista), ¡cuánta hipocresía! Ya nadie se acuerda de la foto de las Azores ni de que desde las ondas “copelianas” algunos colaboradores del amigo Fedeguico han calificado a Obama de “extema izquierda”. Con eso ya se dice todo sobre quién es quién en la derecha de este país. Parece como que ahora hay que repudiar a la opción republicana, porque ahora todos son demócratas (en el sentido demócrata de la política norteamericana) en el PP.

Algún columnista de la prensa conservadora de nuestro país afirma que equiparar a los demócratas con los socialistas de Zapatero es erróneo, porque la posición demócrata más progresista es más conservadora que la posición más conservadora del PP. Pues bien, es cierto que los demócratas son bastante menos progresistas que los socialistas de ZP, pero el resto de la afirmación es falsa. Es más, yo creo que el PP representa una homología con el mapa electoral de EEUU, con sus conservadores y sus demócratas. Y estoy seguro que la facción conservadora del PP no está tan contenta como asegura estar, porque a ellos tampoco les gustaría tener en la Moncloa a un presidente negro e hijo de inmigrantes, del mismo modo que tampoco les gustaría un novio negro para sus hijas. Recordemos que las tesis de Obama son muy opuestas a las tesis de la Iglesia Católica en temas como el aborto o la igualdad de derechos de los gays. O recordemos las tesis de Obama sobre Guantánamo e Irak, política exterior, implantación de una seguridad social para la clase media, etc...

EEUU se ha retratado en el mapa electoral : las costas este y oeste son demócratas y el medio este y medio oeste son conservadores (republicanos). La América profunda sigue siendo profunda, es decir, racista, con la Biblia como, en muchos casos, el único libro que leen (y además interpretan literalmente alimentando el Creacionismo), turbas inmovilistas de “rednecks”. La homología se mantiene si la hacemos con las confesiones religiosas : la América protestante es republicana mientras que los judíos y los católicos han votado a Obama. Todo ello es muy significativo, sin duda. (Conviene recordar que la llegada de Kennedy a la Casa Blanca también supuso un cambio importante : un católico, un no-protestante, dirigiendo el país).

Ahora nos queda esperar a ver si realmente se produce un cambio en EEUU, interna y externamente, donde se luche más por la igualdad, por el apoyo a las minorías, por la justicia. Veremos si realmente “yes, we can”.