Tras la derrota electoral ( habrán aumentado en votos y escaños, pero no han ganado ) del 9M, el PP ha de replantearse muy seriamente, pero también tranquilamente, su definición como partido político, su modelo de partido en definitiva, acometiendo cambios importantes de carácter estructural en el seno del mismo. En relación con esto y en línea con la hipótesis sobre lo que estaba ocurriendo en el PP cuando Gallardón no fue incluido en las listas, hipótesis que yo defendí en la entrada de 16 de enero "Alberto, con dos gallardones, dimite ya", quiero ofrecer unas humildes recomendaciones al PP ( hipótesis que parece que se está cumpliendo según leo en la prensa ) :
- Que Rajoy dimita ordenada y plácidamente.
- Que Pizarro desaparezca del PP y vuelva a ser el “currante” que dice ser.
- Que de la primera línea del PP desaparezcan también los representantes de la línea dura ( el “aznarismo” ) : Acebes, Zaplana, Pujalte, el mismo Aznar, y cualquier otro dirigente destacado que pertenezca a esta línea dura.
- Que reincorporen a Gallardón a la primera línea de la política del partido.
- Que se celebre un congreso interno para elegir al nuevo líder, con un planteamiento democrático, abierto y transparente entre los afiliados del PP ( nada de elecciones “digitales”, es decir a dedo, como ocurrió con Rajoy ). En ese congreso al menos dos deberían ser los candidatos a la vista de la actualidad del partido : Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón.
- Que eliminen del partido los foros de la ultraderecha que hoy por hoy anidan en él. Estos señores, bajo el amparo de la democracia, siempre tienen la opción de fundar un nuevo partido o una coalición o lo que sea que aúne las ideas de la derecha de la derecha, al igual que ocurre ( u ocurría, no sé ) con Izquierda Unida ( IU también anida extremistas de izquierda, no lo olvidemos ). De esta forma el escenario partidista se concreta más y no queda tan polarizado ( bipartidismo ) : derecha de la derecha, derecha ( si lo consiguen, pues derecha-centro ), izquierda, izquierda de la izquierda. Un partido de centro estaría bien, pero hoy por hoy lo veo casi utópico.
- Que se alejen y dejen de rondar a las organizaciones católicas de este país. Llevar tantas mochilas a las espaldas ( Conferencia Episcopal, Legionarios de Cristo, Opus Dei, etc… ) le cuesta al PP muchos pinzamientos y lumbalgias.
- Que denuncien públicamente la línea editorial actual de ciertos medios de comunicación de este país, entre ellos la COPE, Intereconomía y la facción más sectaria y conspiradora de El Mundo ( si yo fuera el PP no permitiría nunca que me relacionaran con señores como Carlos Dávila, por poner un ejemplo ).
Con todo ello, igual conseguimos tener un partido de derecha ( quizá centro-derecha ) sano, solvente, joven, abierto, tolerante, que capte al elector de derechas que no quiere ser extremista, que vive la religión como una creencia con fe y no como una ideología, que nunca canta el “Cara al sol” cuando prepara la cena, que no le gusta la mentira ni la manipulación, que no odia a los negros, ni a los inmigrantes ni a los homosexuales, que no apoya la cultura del odio ni el odio al distinto, que defiende sus propios valores de pero no trata de imponerlos, que quiere, en definitiva, defender unos valores democráticos y una ideología de derechas en la que cree firmemente, etc… ( Por supuesto, de los actuales votantes del PP quiero creer que la mayoría ya se comporta así ).
Quizá de esa forma consigamos tener un digno candidato a suceder a un gobierno de izquierdas en el juego electoral, pues en eso consiste la democracia sana e higiénicamente operativa, en la alternancia de poderes, con una oposición sólida, consistente y fuerte para construir oponiéndose ( oposición política constructiva, no política del NO y crispación ) al gobierno de turno. Para cuatro u ocho años después alternarse y que le toque a otro gobernar y los demás a oponerse y así una y otra vez ( no necesariamente con un modelo bipartidista ).
El colmo de mis deseos y que incluyo como recomendación sería que el PP se convirtiera en un partido laico y verdaderamente liberal. Pero, claro, entonces ya estaríamos hablando de otro partido distinto, ya no sería el PP, porque el PP no es un partido liberal, por mucho que Esperanza Aguirre presuma de liberalismo.
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